jueves, 16 de diciembre de 2010

TIEMPO TERMINAL




estos niños creciendo sin árboles
        no conocerán los restos del paraíso

transitarán apurando la digestión de venenos ocularess
       adictos a esta viscosa ignorancia

los demás disfrutamos nuevos cantos de sirena
en altares levantados sobre cuerpos incorruptibles
       con almas moribundas



vivimos tiempos de metales pesados y cenizas oscuras
         estómagos planos y recipientes abultados



 
la ciudad ha permitido la diáspora de los héroes
         la sangre va ocupando su ausencia
y mientras suenan los acordes de la migración final
huimos de eunucos poderosos
         soñando eyaculaciones de pólvora


profetas conectados a cajas de pandora
prometen éxtasis cotidiano
         en el reino de nuevas alquimias



La esperanza se esconde de estos cielos infectados
                   

                                      se pregunta si esta raza merece otra oportunidad





VIVIENDO ENTRE MILES




Mi voz serpentea entre un mar de espejos fragmentarios
       nadie me ve en este bosque de brazos y almas 


sólo la soledad me fija su vista
          ablanda las paredes del laberinto
                     siembra nidos donde suenan latidos


soledad agria y poderosa
     la lloras desde una herida grande como un mar
          o la celebras porque espanta los lobos



en medio del retumbe de todos los latidos
  los corazones te rozan inasibles
             llevan los brazos atados de mentiras


cientos de historias corrientes          ensordecen la mía



cientos de poemas cansan tu corazón
        antes que leas el mío



martes, 7 de diciembre de 2010

TRÁNSITO




Tiempos de horror en que la sangre habita
Obligatoriamente separada
De la linde natal de su terreno.

Rafael Alberti 

en estos tiempos estridentes
acontecemos entre ladridos en la espalda
          y promesas carnívoras

huimos de la jauría
resbalando entre ojos venenosos
        encallando en titánicas ausencias
                empujando un corazón que late fango

con el alma cosida al cuerpo
descubrimos un camino
entre el esmalte y la ceniza

de tanto esfuerzo
       los niños se nos han secado
de tanto esquivar colmillos
        terminamos con el alma domesticada