la ciudad tiende un cerco a los árboles rebeldes
secretamente quiere imitarlos
creciendo hasta el cielo
los árboles no se inmutan
saben desde siempre
el perdón de la gravedad
debe comprarse
hay que dar una ofrenda
hay que renunciar a casi todo
incluso a la libertad
los árboles aprendieron
hay que abrazar la tierra
prometerle que nunca la abandonaremos
la ciudad no conoce la sabiduría de los árboles
no sabe que el suelo es la mitad
la ciudad no tiene intenciones de moverse suavemente hacia los lados
pretende mantenerse firme
erguirse para rasgar el cielo
eso es desafiar a los dioses
los árboles en cambio son agradecidos
saben que crecer
es un don reservado
por los dioses a sus criaturas
así que la ciudad pagará algún día por su arrogancia