Se abre paso el diente afilado
desde el centro profundo
la carne es emboscada
entre la intemperie ácida
y el estropicio de la bestia adentro
la mano en alto
la piedra atenta
pronta a extirpar el colmillo que emerge
es la plegaria nunca escuchada
por estos dioses que nos olvidaron
tanto tiempo distraídos
mirando siempre hacia arriba