lunes, 10 de octubre de 2011

ESPADA




Detenido al fin el río de acero, la estalactita asesina impuso la tiranía del filo geométrico sobre la naturaleza blanda e incierta, sobre el reino flexible y húmedo de tu contenedor. La carne y los humores se separan impotentes ante el poder superior del invasor. En el colapso, se aferran al latido, surcados ahora por un agresor inexorable vacío de odio y de compasión. Ha caído la última defensa, y aunque no se paladea el abismo todavía, la hiedra roja se cuela entre las paredes y se esconde debajo de las rodillas vencidas.

1 comentario:

Ophir Alviárez dijo...

Frío como el acero y la estalactita, sí...

Ophir