miércoles, 28 de marzo de 2012

FUNCIÓN NOCTURNA



Un mar blanco de soldados crustáceos, surge a borbotones de las entrañas de recientes máquinas prodigiosas, y acompaña mi carga blandiendo sables rojos verdes y azules, que trazan en el aire consignas de guerra.  Escupo amenazas dobles de muerte porque te confundo con tu sombra,  imperturbable, que guarda dentro un último recurso de redención, listo a ser jugado con una filiación secreta. El aire trepida y se arquea esperando el chasquido del látigo que quiebra el recuerdo del arca y del cáliz, semillas de esta campaña que se sostiene ahora en un delirante universo que no se apoya en ningún lugar. Aparecen ciudades imposibles que doblo y desdoblo, buscando quedar siempre cerca de ti, sin importar lo que corras, deslizándome contigo hasta lo profundo de sueños que moran dentro de otros sueños.  Una tribu de árboles me sigue, avanzando convencidos en dar la vida para llegar a tu oscuro santuario, donde esperas detrás de la nieve, seguro en tu delirio químico que en este universo abigarrado venderás cara tu derrota.  El espacio viscoso que nos separa, pone siglos a las balas que lo cruzan, mientras yo, elegido para salvar el mundo, me doblo en franca burla de inútiles leyes físicas, y esquivo los proyectiles como a una idea abominable. A punto de proferir el más preciso y letal de todos los conjuros aprendidos, y fija la vista en el trompo tambaleante, la inoportuna urgencia nocturna me llama de vuelta, lo disuelve todo sin compasión, y te salva.        Lástima.        Será en otra ocasión.


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